La comunidad educativa se aproxima al cierre oficial de un ciclo escolar que exhibió las carencias más elementales y viejas brechas no corregidas del sistema educativo dominicano.

El peculiar año lectivo se aleja con un historial de cuestionamientos sobre el adecuado aprovechamiento de un peleado presupuesto de miles de millones de pesos que no logra satisfacer las necesidades básicas en los planteles escolares.

Así llega a su ocaso un calendario marcado con días grises por la alta carga de violencia reflejada en las escuelas y con poco que celebrar en términos de aprendizajes en áreas fundamentales para el desarrollo socioeconómico del país.