El cronista francés Antoine Vayer recolectó imágenes de archivo de Lance Armstrong durante los distintos tours y encontró un llamativo gesto que el ex ciclista realizaba antes de aumentar su velocidad considerablemente: tocaba la parte trasera de su asiento. Por ese motivo plantó la duda sobre si el estadounidense utilizó durante años un motor en su bicicleta.   

Lo cierto es que este tipo de fraude tecnológico no es nuevo en el mundo de los pedales. En 2016, la cadena CBS reveló que uno de los equipo Sky, uno de los más importantes del ciclismo mundial, estaba bajo investigación porque las bicicletas de sus integrantes pesaban 800 gramos más que las del resto de los ciclistas. Peso equivalente al de un motor diminuto.   

El ex ciclista, a quien se le quitaron todos sus títulos luego de que se comprobara que los había ganado con ayuda del dopaje, ahora es acusado por incurrir en el fraude tecnológico.